El Modus Operandi y la Trazas de Efracción de los Robos en Viviendas

Cualquiera de las actividades cotidianas que desarrolla una persona crea en ella un hábito del que rara vez se aparta: La forma de ordenar una mesa de trabajo, la ropa en un armario, la manera de conducir un vehículo, etc., son pequeños detalles que sirven para conocer o para diferenciar a una persona de otra.

Ciertos hábitos, que aparentemente carecen de interés, adquieren valor a la hora

De perfilar delincuentes habituales porque, además de especializarse en una modalidad delictiva, tienen estilos propios al cometer sus delitos y con independencia de las evidencias físicas individualizables que puedan producir (restos biológicos, huellas dactilares, otogramas, etc.), también dejan otros indicios que ayudan a determinar lo que los policías denominan modus operandi.

Contenido
  1. El Modus Operandi System
  2. Los Robos en viviendas y el modus operandi
  3. Identificación e Individualización de Trazas de Efracción
  4. Las cerraduras mecánicas
  5. Funcionamiento de una Cerradura Mecánica
  6. Los robos con fractura en domicilios
  7. Fractura con palanqueta
  8. Rotura del bombillo con llave mecánica
  9. Fractura del bombillo mediante extractor
  10. Bibliografía

El Modus Operandi System

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua (DRAE) define el modus operandi como la manera especial de trabajar o actuar para alcanzar el fin propuesto.

Policialmente es una expresión que define el método con el que se realiza el acto delictivo; es decir, la forma en la que un delincuente desarrolla sus actividades de acuerdo con su estilo personal.

El empleo del modus operandi [en adelante: MO] en la actividad policial fue idea del Mayor Llewelyn W. Atcherley de la policía de Yorkshire (Reino Unido) y lo dio a conocer en 1913 en su libro M. O. Modus Operandi, Criminal Investigation and Detection. Atcherley, inspirándose en los Crime Index System que Scotland Yard utilizaba desde 1896 para mejorar la investigación policial incluyendo en las fichas de los delincuentes su especialidad delictiva, creó el Modus Operandi System para tratar de relacionar los delitos con sus autores catalogando aquellos mediante 10 puntos: lugar del crimen, vía de entrada, herramientas utilizadas, efectos sustraídos, hora del hecho, coartada, cómplices, medio de transporte utilizado por el autor y la marca personal o acto inusual (trademark).

Hoy se sabe que el MO es dinámico pues evoluciona con la experiencia del individuo y por ello es cuestionado su uso en la investigación de delitos violentos, pero sigue siendo un buen recurso para investigar, al menos localmente o por distritos, los robos con fuerza en viviendas ya que los autores de estos delitos son los que más vestigios producen y tienen la costumbre de efectuar los accesos con los mismos medios y procedimientos.

Los Robos en viviendas y el modus operandi

Los robos con fuerza en domicilios convierten a los perjudicados en víctimas que tratan de explicarse por qué precisamente ellos sufrieron el robo y en sus dudas llegan a levantar sospechas sobre nuevos vecinos, antiguos empleados, extrañas marcas en los portales, etc. Esta inseguridad les conduce a reforzar cierres, instalar alarmas, cerrar persianas, les genera insomnio…, cuando en realidad y en la inmensa mayoría de las veces su morada fue escogida al azar por delincuentes itinerantes.

Tapar o retirar las mirillas de las puertas, dejar los cajones abiertos o tirados, emplear calcetines a modo de guantes son algunos de los hábitos de los perpetradores de estos delitos, que siendo indicios con escaso valor procesal, la conjunción de varios junto con la identificación de tipo de herramienta empleada y la maniobra efectuada con ella ayudan al investigador a establecer el MO del autor o grupo actuante.

Identificación e Individualización de Trazas de Efracción

Durante la perpetración de un robo con fractura, si la herramienta utilizada entra en contacto con una superficie más blanda que ella, deja sobre aquella trazas que en unos casos pueden ser empleadas para individualizar y en otros para identificar el tipo de herramienta productora.

En 1909, Alphonse Bertillon ya utilizaba como medio para esclarecer delitos las marcas que dejan las herramientas cuando se usan como palanquetas y con su dynamomètre d´effractión era capaz de conocer la fuerza que había ejercido el autor para realizar la fractura Actualmente, las individualizaciones de trazas de herramientas se llevan a cabo mediante técnicas de balística identificativa basadas en el cotejo entre micro trazas dubitadas y testigo lo que exige medios, formación en la técnica y la aprehensión de la herramienta; mientras que para la identificación del tipo de útil productor basta con la observación macroscópica de las trazas.

Por ello, en aquellos robos con fuerza en domicilios en los que el autor utiliza instrumentos metálicos para fracturar la puerta o su cerradura, si aquellos dejan marcas sobre algún elemento rígido o metálico podrán ser individualizadas si son suficientes y es intervenida la herramienta; sin embargo, con trazas de efracción sobre materiales como la madera es difícil aplicar el principio de correspondencia que solo adquiere validez judicial en casos muy concretos de herramientas intervenidas en un contexto relacionado con la causa y que, además, presenten defectos muy característicos (accidentales, de uso o de fabricación), ya que la flexibilidad y textura de las maderas hacen que no sean el soporte ideal para albergar microtrazas instrumentales.

No obstante, la mayoría de las marcas de efracción sobre madera sirven para determinar el tipo de herramienta utilizada y no solo eso, también para conocer la maniobra realizada por el ladrón durante la fractura, algo que en casi todos los casos resulta fácil de establecer conociendo cómo funcionan las cerraduras mecánicas de las puertas de acceso a los domicilios, las herramientas utilizadas por los delincuentes y las trazas de efracción que estas producen.

Las cerraduras mecánicas

La puerta de entrada de la mayoría de los domicilios consta de una hoja móvil de madera de unos 200 cm de alto, 80 de ancho y unos 5 de grueso colocada en un marco fijo a paredes compuesto por un dintel y dos jambas forrados con molduras, todo ello de madera. Estas molduras pueden ser lisas o labradas cuando cubren los laterales y son lisas en los cantos con una parte más gruesa a lo largo, denominada parada, sobre el que se apoya la hoja cuando está cerrada. Para que la puerta pueda cumplir su función un lateral de la hoja va unido a una jamba mediante bisagras y en el otro porta una cerradura para mantenerla cerrada.

Las cerraduras de estas puertas la componen dos piezas independientes: el cuerpo y el cerradero. El primero consiste en una caja metálica embutida en el canto de la hoja o sobrepuesta a ella por la cara interna, que contiene: un resbalón móvil en forma de cuña (también denominado pestillo de golpe) que permanece fuera de la caja por la acción de un resorte, una manilla, pomo o tirador por el lado interno de la hoja para que el usuario, al accionarlo, pueda introducir el resbalón en la caja, uno o varios cerrojos con una parte exterior cuadrada o cilíndrica, un juego de borjas o dos bombillos (según el tipo de cerradura) y un escudo embellecedor o protector que cubre el ojo de la cerradura en las de borjas o el contorno del bombillo exterior.

El cerradero, también metálico, está diseñado para albergar los extremos del resbalón y del cerrojo o cerrojos y para ello va instalado en la jamba opuesta a las bisagras y enfrentado a la cerradura.

La parte que hace única a una cerradura son las borjas o el bombillo. En las de borjas (o gorjas) la posición de una serie de láminas de hierro, juntas y paralelas, crea una especie de código que solo los dientes de una determinada llave de tija con su extremo en paletón pueden mover y con ellas el mecanismo de la cerradura.

Las de bombillo reciben este nombre por estar dotadas de dos bombillos de latón (también conocidos como bombines), uno para cada lado de la puerta, que pueden tener frontal redondo (bombillo americano) de cuerpo cilíndrico o piriforme (bombillo europeo) con una parte cilíndrica y otra plana o caja de contrapernos.

Estos últimos son los más comunes y cuando van instalados en una cerradura embutida consisten en una pieza alargada de dos mitades, simétricas o no, con un puente central y un orificio roscado para sujetarlo a la caja de la cerradura.

Cada mitad de esta pieza contiene un rotor unido por una de sus bases a una leva, mientras que por la otra base o cara exterior posee un canal para recibir una llave plana con varios orificios o dientes, según que se trate de una llave multipunto o de serreta, que junto con unas acanaladuras longitudinales crean un código para cada llave.

Cuando se introduce en un cilindro la llave que le es propia, sus orificios o dientes alinean una serie de pernos y contrapernos, alojados los primeros en el cilindro y los segundos en la caja de contrapernos que permiten el giro del cilindro y con él la leva que convierte su rotación en un desplazamiento lineal del cerrojo y del resbalón.

Funcionamiento de una Cerradura Mecánica

El funcionamiento de la cerradura de la puerta de entrada a una vivienda es simple. Para cerrar la puerta basta con llevar su parte batiente hasta la parada consiguiendo de esta manera, que el resbalón, por su estructura en rampa, entre en el cerradero y la puerta quede cerrada. Si el morador quiere mayor seguridad utiliza la llave y mediante uno o varios giros de 360º introduce también parte o todo el cerrojo en el cerradero.

Para abrir una puerta cerrada con el cerrojo el usuario introduce la llave en el rotor, la gira en el sentido de apertura y el mecanismo de la cerradura desplaza el cerrojo hacia el interior de la caja y si continúa el giro otros 90º introduce también el resbalón quedando la puerta liberada. De haber quedado la puerta cerrada solo con el resbalón basta con girar la llave 90º.

Los robos con fractura en domicilios

La mayoría de los ladrones que acceden a las viviendas por las puertas realizan un primer intento de apertura introduciendo una lámina plástica, del tamaño de la palma de una mano, entre la parada y la hoja para obligar al resbalón a entrar en la caja.

Este sistema, conocido como el método de resbalón, tarjeta, lengua de vaca, etc. es el más sencillo para abrir una puerta cerrada solo con el resbalón, pero resulta inútil ante una puerta cerrada también con el cerrojo.

Si fallan en este intento utilizan el método en el que están especializados que puede abarcar desde la fractura de las bisagras, cerraduras, paños de la hoja, arrancamiento del marco, o el empleo de sistemas de apertura sin deterioro como: bumping, ganzuado, tallado, llave mágica, etc., siendo el más común la fractura del sistema de cierre a palanquetazos, tanto si se trata de una cerradura de Borjas como de bombillo, o bien la rotura del bombillo de las cerraduras de este tipo, sin que esto último signifique que son más seguras las cerraduras de borjas ya que estas, menos numerosas, también tienen su tendón de Aquiles.

Fractura con palanqueta

Los autores de robos con palanqueta, conocidos como topistas o toperos (DRAE), arrancan el cerradero o doblan o retraen el cerrojo y el resbalón con palancas rectas o acodadas. Tratándose de especialistas en robos en domicilios suelen utilizar palancas rectas como destornilladores o cortafríos (cinceles) de unos 25 ó 30 centímetros de largo con un filo recto de menos de 12 milímetros en el caso de destornilladores y de 20 ó 25 milímetros cuando se trata de cortafríos.

Tanto en los destornilladores como en los cortafríos su extremo es una transformación del cuerpo en cuña por aplastamiento o afilado a dos caras. En los destornilladores las caras poseen forma de V en su origen para convertirse en una U invertida cuya base equivale al filo de la herramienta, mientras que en los cortafríos las caras tienen forma de U invertida y los laterales, al igual que en los destornilladores, son paralelos o ligeramente convergentes hacia el filo.

Para fracturar con palanqueta el cierre de una puerta de apertura hacia el interior, los métodos más comunes son dos: Uno que consiste en iniciar la acción introduciendo una palanca entre la parada y la hoja en un punto alejado de la cerradura y mediante sucesivos palanquetazos aplicados por uno o dos autores con sendas palancas ir aproximándose a la cerradura hasta arrancar el cerradero o lograr doblar el cerrojo.

El segundo método consiste en aplicar la palanqueta o palanquetas a la altura de la cerradura, entre la parada y la hoja, o bien practicar un agujero con una gubia o formón en esta zona de la parada, todo ello con el mismo propósito anterior o bien el de alcanzar el lateral del cerrojo o su cabeza con el filo o la cara de la herramienta para apalancarlo obligándolo a que se introduzca en la caja.

Durante estas maniobras las palancas pueden producir trazas con el filo, las caras y el cuerpo en las molduras de las jambas y en los bordes y canto de la hoja. Observando el tamaño y forma de cualquiera de las trazas resulta sencillo diferenciar un destornillador de un cortafríos; además, éstos, al tener un acabado en pintura, si son nuevos, también suelen transferir restos de su pintura a la madera.

Rotura del bombillo con llave mecánica

El autor que usa este procedimiento ataca puertas con cerraduras embutidas empleando una llave tipo grip (apertura variable) o una llave inglesa. Con cualquiera de ellas hace presa en la parte plana del bombillo (caja de contrapernos), bien directamente o previa retirada del escudo embellecedor en aquellos casos en los que el bombillo no sobresale lo suficiente para poder apresarlo, gira la herramienta o la tuerce en un movimiento de vaivén horizontal y con ella el bombillo que se rompe por el puente. Retirado el bombillo, introduce un destornillador en el hueco dejado por aquel y gira la leva consiguiendo el mismo resultado que si emplease la llave original de la cerradura.

En estos casos es sencillo saber qué tipo de herramienta se empleó en la fractura. Si el bombillo exterior presenta varias hendiduras lineales paralelas y equidistantes entre sí en ambas caras, el causante fue una llave grip pues estas llaves tienen estrías lineales rectas en sus garras y las llaves inglesas carecen de ellas. En todos los casos si las marcas son paralelas al suelo la fractura fue por giro y de ser perpendiculares a él lo fueron por torsión horizontal.

Puede suceder que el autor se lleve el bombillo exterior, lo que dificulta determinar el tipo de herramienta, pero no el modo de fractura, ya que al observar la caja de la cerradura, el escudo embellecedor y la madera que bordea el hueco del alojamiento del bombillo, los daños serán mayores si la fractura fue por giro que si se realizó por torsión horizontal que apenas deja marcas.

Otra modalidad es la fractura de bombillos protegidos por escudos anti-presa.

Estos escudos, atornillados desde el interior de la puerta y con forma de tronco de cono de una altura suficiente para cubrir el avance del bombillo, están diseñados para impedir apresar los bombillos con herramientas de agarre y así evitar su fractura por el procedimiento ya descrito.

Pese a esta protección, hay especialistas que hincan un destornillador entre la puerta y el borde superior o inferior del escudo hasta apoyar el filo de la herramienta sobre la caja de la cerradura, tiran del destornillador hacia ellos y fracturan los tornillos de sujeción del escudo al mismo tiempo que el bombillo por el puente, o bien, con la ayuda de un formón o un destornillador retiran parte de la madera de la zona superior e inferior del escudo para poder agarrarlo con una llave grip y torcerlo verticalmente consiguiendo también la fractura del bombillo y el poder llegar a la leva.

Los daños en la madera indican el tipo de procedimiento empleado y las trazas en la caja de la cerradura o en la parte superior e inferior del escudo, al ser sobre metal, en ocasiones, pueden ser individualizables.

Fractura del bombillo mediante extractor

El extractor de bombillos es una herramienta empleada por los cerrajeros y los equipos de emergencia para romper los bombillos y abrir las cerraduras sin su llave. El más utilizado por los delincuentes es el denominado de “campana” que consiste en un cuerpo de acero en forma de tubo de unos 12 centímetros de largo por unos 6 de diámetro por cuyo interior discurre, a modo de eje, una pieza móvil ligeramente más larga que el cuerpo con el extremo interior semejante a la uña de un martillo de carpintero y el otro con rosca y dotado de una tuerca.

Para realizar la fractura introducen la mitad un tornillo de acero de unos 5 centímetros de largo por unos 5 milímetros de diámetro en el canal para la llave del rotor, enganchan la cabeza del tornillo con la uña del extractor, apoyan este sobre el escudo de la cerradura y con una llave mecánica enroscan su tuerca. La tensión que produce el extractor provoca la fractura del bombillo por el puente lo que permite su retirada y el acceso a la leva.

En la zona de apoyo sobre el escudo suelen quedar unas marcas indicadoras del tipo de extractor que en ocasiones poseen valor individualizador. De recuperarse el bombillo exterior portará en el canal para la llave el tornillo de acero o marcas en espiral si han retirado este para reutilizarlo.

Bibliografía

  • Álvarez Saavedra, F. J. El modus operandi.

Revista de la Escuela de Seguridad Pública

de Andalucía nº 93, abril 2001.

  • Álvarez Saavedra, F. J. El modus operandi

hoy día. Revista Ciencia Policial nº 95,

julio-agosto 2009.

  • Le dynamomètre d’effraction de M. A Bertillon,

Revista La Nature no 1929, 14 de

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  • Bertillon, A. Affaire Renard et Courtois. A.

REY & CIE, 1909.

  • Archival Reiss, R. Manuel de police scientifique.

Librairie Payot, 1911.

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